miércoles, 1 de octubre de 2014

El oasis de la nostalgia

En este mundo de ajetreos y estrés en que  todos sobrevivimos, a veces añoramos volver a vivir cosas del pasado. No soy un hombre ambicioso, mi única y verdadera ambición es la paz interior que da la tranquilidad del espíritu.

Es curioso como hay cosas que se quedan aferradas a nuestra mente,como reclamando el ser tenidas en cuenta nuevamente porque valen la pena.

Para el caso, viene a mi mente el recuerdo de la casa de mis abuelos y mis tías abuelas en Laureles (Medellín). para nada una mansión, si se quiere apenas tenía lo justo para las expectativas de comodidad de un ser humano mundano.

Para mí lo tenía todo. Lo que más extraño, es la tranquilidad con que se vivían esos días de la infancia, el olor del café recién hecho (el cual yo ni tomaba  a esa edad), el sonido de un radio de pilas con una emisora mal sintonizada que ponía música que evocaba nostalgia y olía a campo. El trinar de los pajaritos, algunos de ellos injustamente enjaulados y mis tías se podría decir casi ancianas, regando las matas de su patio (solar) en levantadora. Todo aquello acompañado de historias y cuentos inventados para que  mis hermanas y yo nos sintiéramos contemplados por ellas.

De todo lo anterior,me queda a parte del recuerdo, el olor del primer café del día, el trinar de uno que otro pajarito que posa en el jardín de mi casa o en la ventana de mi oficina. Las tías, los abuelos y la casa ya no existen.

Oasis de paz en medio de la nostalgia.

Gracias Dios, Gracias Vida.




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