sábado, 23 de julio de 2016

Diosa la mujer que me robó el corazón.

Por invitación de mi padre, fuimos a visitar a Diosa, una adorable anciana de casi 90 años.
Ella vive en un barrio periférico de Santa Fe De Antioquia, en una humilde pero impecable casita.
Está totalmente ciega y vive de la caridad, que gracias a su Fe, nunca  le ha faltado. Pues Dios se ha encargado de poner angelitos en su camino como; un sobrino de 60 años que sólo vive para cuidarla y a pesar de que no puede leerle porque no sabe hacerlo, si le prende todos los días el radio para escuchar  la Misa y para rezar dos veces al día el Rosario.

La vida nunca se la ha puesto fácil a Diosa, pues en plena juventud por allá en los años 30 o 40, la violencia política llegó hasta su paraíso,  la Vereda Las Azules, donde por pensar diferente, su novio Eliodoro tuvo que salir de allí amenazado de muerte. Ella tomó la decisión de salir detrás del amor sin mirar atrás y con la certeza que era el hombre de su vida,  con el cual después se casó y vivió hasta el final de los días (Eliodoro murió hace 3 años).

Durante su vida con él, hubo un nuevo regreso a  Las Azules y una próspera parcelita de la que podían  vivir. Pero la violencia que en Colombia es mutante y cambia de nombre y de actores según las circunstancias y conveniencias, volvió a aparecer por allá y de nuevo les tocó salir con lo que tenían puesto. Así llegaron a Santa Fe de Antioquia donde Eliodoro por fuerza mayor se convirtió en albañil y en sus ratos libres en un músico y luthier autodidacta. Nunca tuvieron nada de más, pero aprendieron a vivir dignamente en la pobreza y sin quejarse. Por el contrario vivían agradecidos con Dios.

Con Diosa estuve menos de una hora, pero eso me bastó para darme cuenta que estaba en presencia de un Ángel sin alas y sin ojos, que le toca pegarse de unos palos de madera burdamente amarrados de los pocos muros que tiene su casa para no caerse.
Su alegría contagiosa, su memoria prodigiosa y su Fe inquebrantable, me enseñaron que más que recibir caridad, Diosa da ejemplo y contagia con su sonrisa, a la cual le quedan todavía algunos dientes. 
Quién va a visitarla seguro sale conmovido, pero lleno de ganas  vivir.

Diosa quiero darte gracias a ti por ser una maestra de vida para mí. En 45 minutos me enseñaste tanto de la gratitud y la Fe, como nunca lo había hecho nadie en mi vida, a pesar de considerarme un ser espiritual.


Salí con un par de lagrimas en mis ojos que hoy se transforman en varios retos que dejas para mi vida:

 La vida por larga y dura que sea, debe estar acompañada de una certeza que se llama Fe.
Perseverar debe ser parte del camino por duro que sea.
La Paz interior es una decisión de vida y nada ni nadie te la arrebatará si eliges como compañero a Dios Nuestro Señor.




Te amo Diosa,a pesar de solo estar contigo unos pocos minutos.

PD: no público ni tu foto, ni la de tu casa, porque sé que no quieres generar lástima. Estoy seguro que lo que quieres es enseñar así no te des cuenta.






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