Nada más temporal que la vida. Basta con nacer, para saber que lo único que tenemos fijo es la muerte. Por vitales que nos sintamos hoy no hay garantía y yo diría es casi seguro que no siempre será así. La batalla con los años es una lucha inútl que de antemano está perdida y que sólo la sobervia y la prepotencia del ser humano no hace creer que todo depende de nostros.
Somos pasajeros en tránsito y deberíamos disfrutar cada momento de ese viaje que se llama vida, sin esperar o exigir nada a cambio. Tristemente nos empeñamos en luchar por mantenernos en el pasado, añorando días que no volveran o preocupados los días que aún no llegan y que quizás no llegarán, porque son sólo producto de nuestra imaginación, qué se las arregla para crear guiones que nos mantengan preocupados, bajo el seudónimo de sentido de responsabilidad, como si el hecho de vivir tristes y estresados fuera el antidoto para vivir tranquilos, cuando paradójicamente son la tristeza, el estrés y el miedo si los adoptamos como compañeros de viaje, los que nos enfereman no sólo física sino mentalmente.
Nunca nadie se imagino que fuera tan difícil disfrutar la vida, porque erroneamente nos enseñaron que el tener, era sinónimo de la felicidad y el no tener es un fracaso en un mundo donde los seres humanos nos empeñamos en vivir un libreto creado por alguien diferente a nuestro Creador, y alimentado por la sociedad de consumo donde todos queremos sobre salir y ser reconocidos así sea que sólo tengamos nuestro minuto de fama, sin importar su costo. En otras palabras, necesitamos la aprobación de los demás para vivir, encajar. y "ser felices"
Asi qué...
Hoy; me declaro en rebeldía, quiero ser libre para vivir y disfrutar cada trayecto de este viaje de la vida, aceptándo a todos como son y no pretendiendo cambiar a nadie como condición para ser amigo. Aceptando también los años y las limitaciones que con ellos vienen, sin pelear con las canas ni las arrugas y mucho menos aparentar para agradar a los demás.
Quiero también; que mi equipaje sea cada vez más ligero. Entre menos cosas tenga para cargar, tendré menos por qué preocuparme y hacer vivir menos duelos por la pérdida de las cosas materiales.
No le quiero poner fecha de caducidad a la felicidad, ni que dependa del modelo de mi carro, o del cupo de mi tarjeta de crédito. Quiero ser feliz simplemente por el hecho de respirar y dejarme sorprender de lo que cada día me quiere regalar, siendo consciente que es sólo por hoy y que el mañana no depende de mi, pero que la decisión de ser feliz hoy es sólo mía.
En memoria de mi amigo Luis Guillermo Gómez quien ya goza de su libertad eterna. "Luisgui, gracias por tu ejemplo"
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